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Ella era feliz, pero no lo sabía...

Ya no sé que hacer conmigo misma. Haces que pierda la seguridad en lo que hago, en lo que pienso y digo… Sé que soy estructurada, cerrada y algo rígida con mis pensamientos pero la vida me formó así… y me duele, me cuesta porque creo que no puedo cambiar esto que siento y que me lleva a ser así. No puedo evitar esperar que el otro me sorprenda.
Yo quisiera salir de este círculo… ser distinta, sentir menos quizás en todo, ser menos susceptible, sensible y apegada… Pero la vida me desconcierta y ya no sé qué decir… qué hacer… porque en algunas materias nada me sale bien.
Yo quisiera tener el manual de la vida, saber qué decir y en qué momento… conocer a las personas correctas y darles a ellas todo de mí. Yo quisiera ser más sabia en todas mis decisiones y saber cuál es el lugar correcto donde me debo quedar… Yo quisiera tener la palabra justa para cada momento… cada alegría, cada tristeza y cada sinsabor que se presente.
Yo quisiera dejar de calmar cada tristeza y desilusión con un nuevo par de zapatos o vestido… dejar de querer sentirme aún peor con cada canción que sintonice en la radio a medianoche, luchar contra mi insomnio y ganarle cada vez que la cabeza no quiere dejar de pensar…
Y siento que quiero tantas cosas que quizás por eso no logro tenerlas todas… La vida me enseña que no se puede tener todo… que a veces hay que relegar cosas, postergarlas o simplemente dejarlas en el camino porque no hay lugar para todo… No hay espacio para la infinidad de cosas que se pueden presentar. La vida no es lo profunda que esperabas a los cinco años… no tiene esa intensidad que creíste que tendría cuando alcanzaras los veinte y te sintieras grande… No es lo perfecta que planeaste… no sos una secretaria, no tenés el auto convertible de Barbie y no vivís en las Islas Bahamas.. Papá… Tenías razón. Definitivamente, mis cinco años me hacían volar demasiado… y sólo ir al preescolar, pasar tiempo en la hamaca, luchar contra vos pegándote pequeños puñetazos y aprender la hora en casa a la hora de la cena era una vida feliz… Pero yo no lo sabía… Pensaba que me mentías cada vez que me lo decías… que querías que fuese una nena toda mi vida para tenerme con vos y que nunca me fuera… que nunca fuese la mujer hermosa e independiente que siempre soñé ser…
Ilusa antes, ilusa ahora. Ingenua y demasiado crédula… Con muchos asuntos por resolver con el este señor barbudo que tira los hilos de mi vida… Dame un centro de vez en cuando…  Porque esta cosa de pelear todos los días me puede terminar de matar… Ya se murió una parte de mi alma ese día que por mí misma lo decidí, pero todavía sigue en pie esta nenita caprichosa, terca e idealista que no se quiere rendir.

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