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Que nos vaya bien.

Hay tantas ideas dando vueltas por todos lados. No se quedan quietas, van y vienen acompañadas de cierto grado de amor, locura, tristeza… me cuesta frenarlas, por momentos me adapto, las entiendo. Por otros quiero revolearlas, abrir la puerta y echarlas de mi mundo.
Son tantas cosas… tantos sentimientos, experiencias, emociones… es tan normal lo que me pasa… sin embargo y como todos lo único que quiero es acelerarme este proceso doloroso de duelarte, de duelarnos.
Y creo que es verdad lo que leí hace unos días, duele y cuesta más en función de la intensidad con lo que lo viviste… y yo te sentía tan dentro mío… eras mi corazón, mi alma y mi vida entera. Qué error. Es un gran error cederle toda tu vida y tu amor a otra persona que no es uno mismo… ceder el completo control de nuestro ser… eso lo aprendí con vos. Pero aunque lo aprendí, creo que son las cosas que nos hace el amor… el amor se nos mete sin darnos cuenta, lo aspiramos, se mete abajo de la piel, se te impregna tanto que te obliga a entregarte sin que lo sepas. Tus días conmigo al igual que todos estos que paso sin vos me enseñaron tanto!. Todo tu amor y hasta tu desamor e indiferencia me hicieron aprender a los ponchazos (como siempre me pasó, creo) pero aunque sigue doliendo, me siento agradecida.

No sé por qué pasó tanto tiempo y yo sigo pensando cada día en vos. Cada día que pasa sigo pensándote, deseando que estés feliz, hablándote aunque no estés ni sepas que te estoy diciendo.
Estoy en duda… no sé si te extraño porque soy caprichosa, cabeza dura y terca a un nivel incomprensible que no te quiero dejar ir, porque realmente sos el amor de mi vida y te amo a pesar de todo, o si sigo teniéndote en mi cabeza porque el dolor de haberme perdido en vos y en nuestro amor pasado que murió, me hace sufrir, me duele… y comprobé que el dolor es, desde cierta perspectiva, un sentimiento exquisito. Suena tan raro lo que digo que ni yo puedo creer estar diciéndolo… pero es así. Es exquisito. Me despertó, me cacheteó como nunca. En concreto, me nockeó. Y como todavía no me bajé del ring, me levanté después del round, pero sigo medio tambaleante. Hay días que estoy bien, que pienso y entiendo todo… hay días que siento realmente entender el porqué de todo lo que pasó… hay días que siento realmente entender que nuestro destino no es juntos, que somos diferentes y que aunque hubo mucho amor no fue suficiente y como vos dijiste “nuestras diferencias nos ganaron, tenemos distintas formas de amar y sin quererlo nos volvimos autodestructivos el uno con el otro”, pero hay días que no. Hay días y noches en los que realmente necesito odiarte, por no intentarlo, por no remar al lado mío, por hacerme sentir insuficiente, que no valgo tu esfuerzo, no sé… quizás necesito odiarte por dejar de amarme… culparte. Y quizás por otros momentos sé que no fue tu culpa, que los dos nos equivocamos sin quererlo porque estamos aprendiendo y por momentos fuimos a la par entendiéndonos y llegó un momento en que se nos fue de las manos y no pudimos entendernos más… pasó eso… pero hay momentos en que no lo entiendo, o lo entiendo pero no lo acepto.
No es fácil… amar nunca es fácil. Y dejar de amar tampoco. Sé que es un proceso, sé que estoy en el camino y aunque me pese me falta mucho por recorrer. Me falta mucho… me falta entender, aceptar, seguir encontrándome conmigo y con los pedazos de mí que dejé por muchas partes.
Quise ahorrarme tiempo, quise ser estratega buscando las mil y una maneras para pasar este proceso lo más airosa posible, para no sentirlo tanto o para taparlo, para ahorrarme tanto dolor que aunque me mata cada día me enseña algo nuevo también. Es el costo de haber amado y de estar aprendiendo. Nada es gratis, así que es lógico que con algo tenga que pagar supongo.
Me cansé de exigirme… es un proceso y no puedo seguir queriendo acelerarlo, si tiene que llevarme más tiempo del que creí está bien. No hay tiempos para los sentimientos, para el amor o para aprender sobre la vida. Necesito más tiempo y no está mal que así sea… tengo que serme fiel a mí misma ante todo y si eso implica aceptar que no soy tan rápida superando cosas como vos y otras personas, no está mal. Vos sos vos, pudiste o no, eso no lo sé aunque creo que sí lo lograste, pero si es así evidentemente no amamos de la misma manera… o al menos vos no me amaste de la misma manera en que lo hice yo y no es tu culpa, ni la mía… pero somos distintos y si realmente es así, bienvenido sea haber decidido cambiar nuestros rumbos. Y para serte sincera, en parte me pone feliz que hayas podido superar esto con más facilidad que yo, que hayas podido retomar tu vida y el amor, y es en estos momentos en los que descubro que realmente te amé y te amo tanto… cuando me doy cuenta de que lo único que realmente deseo en mi corazón es que seas feliz, aunque eso implique que no sea conmigo y es que en el fondo me cuesta aceptar que vos no eras lo que yo necesitaba al lado mío, el amor me impedía y aún me impide decirlo convincentemente, pero con el correr del tiempo creo que es así.
No sé, encuentro consuelo en pensar que quizás ahora puedas encontrar tu felicidad, la que no encontraste conmigo en nuestros últimos meses y eso me pone feliz y me ayuda a seguir adelante, a pensar en mí también y a no buscarte, a no perturbar tu nueva felicidad y la vida que sea que estés eligiendo. Duele? Sí, duele… y cómo!!! Pero ya va a pasar. Me tengo fe, sé que soy de hierro y que este dolor me está haciendo más sabia y que me tengo a mí misma y eso es lo más importante. Me tengo a mí. Y así como deseo que seas feliz, deseo lo mismo para mí y por eso sigo tambaleante en el ring pero de pie. Bancándome algunas trompadas pero levantándome siempre sabiendo que virtuosa o no, soy una gran guerrera… yo no me dejo vencer así nomás, no sé si es por cabeza dura, por terca o caprichosa pero nunca, nunca me rindo. Y esta vez me prometí a mí nunca rendirme conmigo misma, porque soy la única que nunca me voy a fallar, me tengo a mí, y vale la pena que luche siempre por ser quien soy y ser feliz.

Gracias por haberme regalado un pedacito de tu vida, grandes y pequeños momentos, un gran e intenso amor que se consumió pero que fue grande en fin, gracias por haberme enseñado de la alegría y del dolor. Sé que soy más sabia y en parte te lo debo. Te deseo lo mejor porque te lo mereces, porque una parte mía todavía te ama y quiere verte feliz y realizado, con tus sueños cumplidos, sonriente. Te amo para siempre. Gracias por ayudarme a crecer, espero que hayas podido crecer vos también.

Que nos vaya bien.


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