Era el momento pero no estaba preparada. Todos esos momentos estaban guardados en un cofrecito de alpaca que ella había decidido dejar en una iglesia para que alguien los disfrute… porque en ella sólo significaban dolor.
Sabía que seguía estando a flor de piel pero aún así intentó guardarse lo mejor de sí. Por eso el shock. Por eso tardó ese minuto y medio en reaccionar, en entender esa nueva realidad que conocía pero que no veía. Se quedó en blanco, sin saber que responder… frente a la hostilidad y a la ironía de la vida que le enseñaba una nueva lección que en el fondo necesitaba recibir y que sin saber, estaba buscando.
No fue fácil pero se sorprendió y se puso a prueba a sí misma. La sorpresa no fue grata, pero la enseñanza lo fue y lo es. Le duele pero lo comprende, lo asimila todos los días desde aquella noche y aquella tarde en el que esos ojos la marcaron, porque ella nació dos veces.
No eran los mismos, o tal vez lo eran, pero no para ella ni sus recuerdos. Y se sintió igual.
Ya no estaba ahí… Todo eso que afloraba de un momento a otro ya no estaba… se había extinguido o sin saberlo lo había matado. No había nada verdadero, nada.
Dos personas desconocidas tratando de tener una conversación sobre nada, porque ignoraban por completo la vida del otro o simplemente había dejado de interesarles, un diálogo sin sentido, sin fundamento ni motivo.
¿Y entonces por qué?... ¿Qué buscamos encontrar muchas veces removiendo cartas del pasado? ¿Sirve de algo despertar fantasmas enterrados?...
La palabra correcta es shock. Se perdió unos momentos en un paisaje desdibujado en el que ya no se hallaba… no era la misma y no había posibilidad de que lo fuese, jamás se lo permitiría. La vida tenía otro color en su mente, otro punto de fuga que no se hallaba en esa dirección.
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